Entrega de premios del concurso literario del IES Zaraobe 2017
Concurso literario 2017
Por sorprendente que pueda
parecer, uno de los textos escritos más antiguos que se conservan es el lamento
de un poeta sumerio que se queja de lo difícil que es, en su tiempo, encontrar
temas nuevos para un poema, puesto que todo, según él, está ya dicho y no hay
nada nuevo bajo el sol. La tablilla en que este melancólico mensaje está
escrito tiene más de tres mil años.
Sin embargo, los seres humanos
han seguido escribiendo durante milenios bajo ese mismo sol que alumbra las
mismas cosas.
Es cierto, probablemente, que los
temas siguen siendo los mismos: las emociones que provoca la belleza, el amor, el desamor, el dolor que nos
devora y no conseguimos acabar de explicar, el mal que no comprendemos... Todo
eso forma parte de la condición humana, de lo que nos hace uno con los otros.
Sin embargo, cada mirada hacia el sol que nace, cada vibración que provoca en
el ánimo la visión de una flor cuyo perfume nos llegó ayer y hoy vemos
consumida por la helada es única, insustituible. Y encontrar la palabra justa
que la exprese es una tarea delicada, una labor de artesanía que, cuando
consigue su efecto, cristaliza ese momento para siempre y permite que esa
experiencia individual e intransferible sea comprendida y compartida.
El discurso tiende
inexorablemente a la inexactitud y, a veces, se acerca peligrosamente a la
mentira. La labor de quien escribe, de quien escribe literatura sobre todo, es
apartar el lenguaje de esos usos falsarios para encontrar algo auténtico; algo
que refleje lo que todos somos, pero también lo que uno es en un momento. Algo
que se parezca a la verdad. A las pequeñas verdades cuestionables y cambiantes
que la razón y la sensibilidad humana pueden alcanzar en un universo cuyas
coordenadas desconocen.
Frente a otras vías para fijar
nuestro saber, frente a otras maneras de intentar conocer el mundo, la
literatura, humilde y contingente, recoge
y refleja lo que vemos, pero también lo que imaginamos, lo que tememos o
esperamos, lo que duele y lo que calma el ánimo. Nos refleja cuando tenemos
razón y cuando estamos fatalmente equivocados. Y cuando buscamos
desesperadamente el norte. Es el mayor registro de lo que hemos sido y de lo
que hemos deseado y temido ser. A veces resulta complejo sondear la vertiginosa
profundidad de sus mensajes. Pero la experiencia de intentarlo siempre nos hará
más sabios.
Gracias a todos por seguir, miles
de años después, intentando hacernos comprender con vuestras palabras toda la
belleza y la miseria del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario